- JUEGO INTERNO -
Tal como avancé en el
anterior artículo, en el presente seguiremos
analizando el rechazo, tratando el segundo tipo y desmontando ese castillo de
naipes que aún muchos tienen en su cabeza.
El tipo de “rechazo” del que hablaremos en esta ocasión es propio de interacciones más largas. Hablo de aquellos sargeos en los que podemos mantener un diálogo con una chica, que puede ser de algunos minutos, o incluso puede prolongarse durante días. En todo caso, lo que diferencia este tipo de interacción del que analizamos anteriormente, es que aquí sí se produce un cierto grado de conocimiento mútuo entre nosotros y la chica.
Pues bien, ¿en qué consiste este segundo tipo de “rechazo”? Pues puede ser el de la típica chica de noche que no invierte en la interacción y que nos cansa a los pocos minutos; la que nos parece seria y aburrida y no colabora en nuestras bromas ni juegos; la que parece que nos sigue el rollo pero no hay manera de profundizar en nada; la que tenemos en Facebook o WhatsApp y nos da largas cada vez que le proponemos para quedar; la que no nos respeta y opta por jugar con nosotros; etc.
Lo que hay en todas estas situaciones no es un “rechazo” sino que es, lisa y llanamente, una falta de conexión emocional entre vosotros. Lo que está sucediendo es que, simplemente, se encuentran dos personas con actitudes, valores y objetivos diferentes y, en definitiva, con visiones del mundo distintas. Tú hablas un idioma, y ella habla otro.
Quizás la situación os suene. Imaginad a un ganador que conoce a una chica, le ofrece su juego y le invita a entrar en su realidad. Le explica y le ofrece experiencias únicas; conoce rincones encantadores de la ciudad; es ingenioso, divertido y sensual; es capaz de hablar de gran variedad de temas, etc. Pero resulta que ella es incapaz de pillar un chiste ni de mantener una conversación interesante; o es una tímida extrema o una amargada; o tiene unos gustos y aficiones radicalmente opuestos a los de él, etc. En definitiva, no hay conexión porque no hay coincidencia en valores, actitudes y objetivos.
Ante esta situación, este ganador podría empezar a amoldarse a la chica. A intentar, ahora de un modo, ahora de otro, que ella le haga caso. Podría intentar adoptar roles que no le son cómodos, forzar la conversación y preguntar sin parar. Mientrastanto, su valor y su atractivo va descendiendo, y cada vez es lo más cercano a un pesado y a un desesperado. Muy pronto, la chica lo descalifica.
No hace falta decir que un ganador jamás actuaría así. Porque un ganador es una persona que está a gusto con su personalidad, que está segura de su actitud y discurso, y que tiene una expectativa alta de lo que le ofrecerán el mundo y las mujeres. Además, es un tipo que sabe perfectamente que no depende de que tal o cual mujer le haga caso, porque es consciente de que en este mundo hay miles y millones de mujeres dispuestas a conocerle y a valorarle.
¿Cuándo se produce, pues, el famoso rechazo? Cuando nosotros nos aferramos a encajar a la fuerza un encaje imposible. Porque, en primer lugar, no tenemos confianza en nuestro juego ni la coherencia de mantener nuestros valores y actitudes, sea ante quien sea. Y en segundo lugar, porque vamos con una mentalidad de escasez y pasamos a considerar a esa mujer como nuestra última oportunidad en la vida.
Nuestro planteamiento no debe ser el de querer seducir a todas las mujeres. Esa mentalidad, a pesar de ser aparentemente alfa, no es más que un ejemplo de hombre poco selectivo y desesperado. Por el contrario, un ganador sabe que atraerá a muchas mujeres, pero no necesita atraerlas a todas. Sabe que no tiene que perder ni un segundo con mujeres con las que no tiene nada en común.
Nuestra actitud debe ser, pues, la de buscar esa conexión en los valores, actitudes y objetivos con la chica. Y si esa conexión no se produce, habrá que buscarla en otro lugar, y punto final. No hay rechazos, no hay dramas. Éstos sólo aparecerán si nosotros no somos congruentes y nos olvidamos de valorar y defender quiénes somos, qué queremos y el grandísimo número de opciones que tenemos en realidad.
Saludos a todos.
El tipo de “rechazo” del que hablaremos en esta ocasión es propio de interacciones más largas. Hablo de aquellos sargeos en los que podemos mantener un diálogo con una chica, que puede ser de algunos minutos, o incluso puede prolongarse durante días. En todo caso, lo que diferencia este tipo de interacción del que analizamos anteriormente, es que aquí sí se produce un cierto grado de conocimiento mútuo entre nosotros y la chica.
Pues bien, ¿en qué consiste este segundo tipo de “rechazo”? Pues puede ser el de la típica chica de noche que no invierte en la interacción y que nos cansa a los pocos minutos; la que nos parece seria y aburrida y no colabora en nuestras bromas ni juegos; la que parece que nos sigue el rollo pero no hay manera de profundizar en nada; la que tenemos en Facebook o WhatsApp y nos da largas cada vez que le proponemos para quedar; la que no nos respeta y opta por jugar con nosotros; etc.
Lo que hay en todas estas situaciones no es un “rechazo” sino que es, lisa y llanamente, una falta de conexión emocional entre vosotros. Lo que está sucediendo es que, simplemente, se encuentran dos personas con actitudes, valores y objetivos diferentes y, en definitiva, con visiones del mundo distintas. Tú hablas un idioma, y ella habla otro.
Quizás la situación os suene. Imaginad a un ganador que conoce a una chica, le ofrece su juego y le invita a entrar en su realidad. Le explica y le ofrece experiencias únicas; conoce rincones encantadores de la ciudad; es ingenioso, divertido y sensual; es capaz de hablar de gran variedad de temas, etc. Pero resulta que ella es incapaz de pillar un chiste ni de mantener una conversación interesante; o es una tímida extrema o una amargada; o tiene unos gustos y aficiones radicalmente opuestos a los de él, etc. En definitiva, no hay conexión porque no hay coincidencia en valores, actitudes y objetivos.
Ante esta situación, este ganador podría empezar a amoldarse a la chica. A intentar, ahora de un modo, ahora de otro, que ella le haga caso. Podría intentar adoptar roles que no le son cómodos, forzar la conversación y preguntar sin parar. Mientrastanto, su valor y su atractivo va descendiendo, y cada vez es lo más cercano a un pesado y a un desesperado. Muy pronto, la chica lo descalifica.
No hace falta decir que un ganador jamás actuaría así. Porque un ganador es una persona que está a gusto con su personalidad, que está segura de su actitud y discurso, y que tiene una expectativa alta de lo que le ofrecerán el mundo y las mujeres. Además, es un tipo que sabe perfectamente que no depende de que tal o cual mujer le haga caso, porque es consciente de que en este mundo hay miles y millones de mujeres dispuestas a conocerle y a valorarle.
¿Cuándo se produce, pues, el famoso rechazo? Cuando nosotros nos aferramos a encajar a la fuerza un encaje imposible. Porque, en primer lugar, no tenemos confianza en nuestro juego ni la coherencia de mantener nuestros valores y actitudes, sea ante quien sea. Y en segundo lugar, porque vamos con una mentalidad de escasez y pasamos a considerar a esa mujer como nuestra última oportunidad en la vida.
Nuestro planteamiento no debe ser el de querer seducir a todas las mujeres. Esa mentalidad, a pesar de ser aparentemente alfa, no es más que un ejemplo de hombre poco selectivo y desesperado. Por el contrario, un ganador sabe que atraerá a muchas mujeres, pero no necesita atraerlas a todas. Sabe que no tiene que perder ni un segundo con mujeres con las que no tiene nada en común.
Nuestra actitud debe ser, pues, la de buscar esa conexión en los valores, actitudes y objetivos con la chica. Y si esa conexión no se produce, habrá que buscarla en otro lugar, y punto final. No hay rechazos, no hay dramas. Éstos sólo aparecerán si nosotros no somos congruentes y nos olvidamos de valorar y defender quiénes somos, qué queremos y el grandísimo número de opciones que tenemos en realidad.
Saludos a todos.

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