El miedo al rechazo se origina de otro temor más
profundo, que es ver cuestionado el valor de nuestra persona. Aquí se
encuentra el origen de la parálisis que sufren muchos hombres, sin darse cuenta
de que en muchos casos, lo único que temen es un tigre de papel.
Para combatir el rechazo, nuestra mejor arma es
nuestro planteamiento mental a la hora de sargear, y las acciones en las que se
traduce ese planteamiento.
Por lo general, tenemos
dos tipos de rechazo. En este primer artículo, trataremos sólo el primero de
ellos. Y uso ese término contra mi voluntad pues, como ahora mismo veréis, voy
a demostraros que dichos rechazos no existen:
En primer lugar, tenemos
aquel rechazo en que casi no tenemos la oportunidad de conocernos con la chica.
Casi no hay ni la opción de “vender” nuestro producto. Se trata de
interacciones muy cortas, que pueden ir de pocos segundos a un minuto: cuando
la saludas y te ignora, cuando le coges la mano para bailar y te la suelta,
cuando acabas de decir tus primeras palabras y pasa de ti, o “se va con su
amiga”, etc.
Pues bien, en este tipo de situaciones es clave
entender el siguiente concepto: la chica no te está rechazando a ti, está
rechazando la interacción que tratas de establecer con ella. A ti no te
puede rechazar, puesto que no te conoce. Si no dispone de ningún dato sobre
ti, repito, ninguno, cero… ¿cómo cojones va a rechazar tu persona, tu valía
como hombre? ¿A qué temes?
Sería algo parecido a que
nos ofrezcan un plato de comida tapado en esa especie de semiesfera de los
restaurantes de lujo, sin ningún otro dato. Podemos “rechazarlo” porque no tenemos
hambre, porque no nos fiamos, o porque nos sale de las pelotas hacerlo, pero no
podemos decir si esa comida es buena o mala. Y pregunto, ¿podría la personita
imaginaria de ese plato decir que la hemos “rechazado”, o despreciado, si no
sabemos ni lo que es? ¿No véis lo absurdo del planteamiento?
Esto no es ningún juego
de palabras para confundir al personal, pues una interacción puede rechazarse
por miles de motivos que no tengan nada que ver con la persona que la propone:
desde la presencia de su pareja en la zona, hasta la timidez, pasando por el
estado de ánimo, etc.
Es más, en una infinidad
de ocasiones las chicas rechazan ciertas interacciones que impiden que las
conozcamos, y que si hubieran tenido lugar en otras circunstancias, sí hubieran
fructificado. Es una prueba evidente de que en esta fase, lo que está en juego
es otra cosa y no nuestra valía como hombres pues, vuelvo a decirlo:
NO NOS CONOCE.
Todavía.
Fortune
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